Los Ángeles son ellos seres de luz, armonía, paz, espiritualidad y mansedumbre.
No son adivinatorios puesto que son celestiales, al llamarlos ellos acuden trayendo tranquilidad y aclarando nuestra dudas; a ellos se llaman con una campana de cristal, un incienso suave y música igualmente suave y espiritual; entonces percibes un aroma y una presencia que puede quebrantarte, pues estas frente a los directos emisarios de Jesús, a quienes con suavidad les puedes pedir y ellos no tardaran en prestar su absoluta dedicación y respuesta.
Los Ángeles nos enseñan el amor propio, nos conducen a un camino celestial y al encuentro de nuestro propio yo, elevando nuestro espíritu a la increíble e indescriptible sensación de una compañía que nos da alegría y gozo.
Involuntariamente nos vamos apartando de los ruidosos y escandalosos contextos que nos aleja de la paz.