Espíritu Santo; desde este silencio que es mi vida, desde lo secreto de mi corazón, desde esta ignorancia en la que vivo, ignorancia espiritual; te suplico te adueñes de mi ser… tan pequeño, tan sin luz, tan sin sabiduría si tu le faltas.
Dame oh! Dulce brisa, el bálsamo de la paz, la prudencia, la tolerancia, el buen camino para agradecerte y nunca me abandones. Orfandad, tristeza y soledad es lo que experimento si tu no estas. Enséñame a ser sabia y dulce, casi impredecible e hipersensible como tú. Te necesito tanto todos los días, a cada instante, en cada abrir y cerrar de ojos, en cada latido de mi corazón, en lo que cayo y en lo que digo. En fin Amado Espíritu sin ti estoy inmensamente sola y siento miedo.
Antonia Rey, Tu Hija